lunes, 24 de diciembre de 2012

Diciembre

Solo tras llegar a mi casa y leer tu carta he sido consciente de lo mucho que te voy a echar de menos.
Aunque parezca increíble, he aceptado que tras el transcurso de los meses el exceso de amor me ha vuelto fría e insensible. Llevo un año girando tan deprisa que no he tenido tiempo de preguntarme por el mundo. Pero tú, en apenas una semana me has hecho parar e incluso, ralentizar la existencia. Me has hecho observar, me has hecho encontrarme. Me has devuelto una sensibilidad que ya creía perdida. Por eso, hoy, en Almerimar, ya de noche y con el frío calándome los huesos, he sido consciente de que un coro cantaba villancicos no muy lejos, de niños felices, de una luna casi llena, de las luces, de la gente, y de que a pesar del frío sonreía.
¿Sabes de esa sensación cuando has leído la mitad de las páginas de un libro? ¿Cuando te entregas tanto a él que es la realidad la que resulta ficticia? Tú eres eso. Esa incesante sensación de satisfacción, has hecho del día a día mi propio libro. Tanto, que puedo escribir sobre él todas las noches. Me has devuelto lo que era.
Por eso quiero recordarte que hoy, cuando te he dicho que te echaría de menos te estaba siendo sincera, y cuando te he deseado unas navidades menos amargas lo he hecho desde el corazón.
Eres como el diario que nunca me atreví a escribir.


viernes, 12 de octubre de 2012

"¿Sois felices?"

Agarrada a vuestras manos, no me sentí insignificante al mirar las estrellas. 



-¿Sois felices?
-¡¡Síiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!!

miércoles, 10 de octubre de 2012

Amor,

te juro que la sorpresa me llevó a otros días. Mientras caminaba por el pasillo de velas me preguntaba qué era lo que me retorcía por dentro, que me daba esa sensación de asfixia en lo más profundo de mí. Lo supe en cuanto llegué a tus brazos, y es que allí, trajeado y con tu mejor sonrisa comprobé que todo aquello me recordaba al principio. Pero no al nuestro en general, sino al tuyo en particular. Me recordaste al chico al cual yo ya conocí con cara de pícaro, que todavía no había sido engullido por el amor, al que no se le habían dulcificado las facciones con el paso de los doses. Y es que, mi vida, el amor te ha hecho otro. Comprobarlo en tus pupilas me verificó que me has hecho parte de ti.



sábado, 6 de octubre de 2012

I will make better mistakes tomorrow.

Tenemos en nuestras manos el poder de hacer suceder. Suceder sin más. Manejamos la esencia de las casualidades y jugamos con nuestro porvenir con cada pequeña decisión, que nace siendo expectativa en nuestras pupilas, en forma de intenso destello. Si ganamos será nuestro mérito y si perdemos, nuestra carga. Para lo bueno y para lo malo, la consecuencia seremos nosotros mismos. Desde que me siento tan vulnerable, entiendo el destino. No es más que la vía de escape de los cobardes, de los débiles, de los que giran la cara hacia otro lado cuando es lo malo lo que hemos hecho surgir. Porque hemos sido nosotros, cuando nos hieren lo fácil es culpar al destino, "quizá la vida lo prefiere así", y el dolor parece que sana, pero lo único que hace es camuflar para después, resurgir. Nos hace valientes, fuertes y tenaces reconocer que somos causas y consecuencias, que si caes es porque tú mismo pusiste la piedra, que si duele mirarás, ya no al dolor, sino a la herida de frente y le plantarás cara hasta que hayas sanado, sin tener que recurrir a salidas que acaban siendo entradas.

jueves, 19 de julio de 2012

So shall I run or shall I fall?


Se que, en todo, la caída suele ser dolorosa. Tanto que me llego a preguntar si realmente merece la pena seguir contra viento y marea. Soy feliz pero ¿a qué precio? ¿Realmente me compensa esta felicidad si solo de pensar en la caída el corazón tiembla? Supongo que el precio es alto, pero sinceramente, ¿qué esperabais? Cuando arriesgas a vivir, y cuando digo “vivir” no me refiero a solo respirar, automáticamente firmas un contrato con tu existencia aceptando los riesgos. El problema viene cuando no recuerdo cuándo firmé tal cosa y si es mejor cortar de raíz o dejar crecer el gozo en mis pulmones. De repente despierto una mañana y me encuentro en un cielo precioso, con unas alas preciosas  y una vista del mundo maravillosa, un mundo que es simple mar. Y como todos los mares, es infinito e imponente, transmisor incesante de respeto porque es tan puro, tan azul, tan familiar pero tan desconocido. No importa cómo he llegado, solo sé que estas alas no me pertenecen y que desaparecerán de un momento a otro con cualquier suave brisa que se las lleve lejos. Dios mío, ¿tan ciega era mi felicidad que no me he percatado del posible vacío que acabe conmigo? Y mi mayor preocupación no es morir ahogada sino saber que ya jamás volveré al cielo que me ha dado tanto. Cuando caes, porque por suerte para mi cordura aun me mantengo ligera sobre estas alas, supongo que te ahogas en tus propias penas y traicioneras alegrías. Agonizante, te sumerges muy lentamente y, pudriéndote entre tiempos mejores, llegas al fondo y ya no hay nada más. Ya sólo quedan restos de ti. ¿Quién va a ser la mano que te rescate de tan profundo? El cielo, tu cielo, tu gloria, tus días felices, se ven difusos e inevitablemente inalcanzables. ¿Hay algo peor que consumirte mientras ves alejarte lo mejor de ti? Solo te tienes a ti y al posible fruto de tus ganas pero, ¿de verdad querría esa versión infectada de mí para salir de las garras de una agonía que ha sido el eco de mis sonrisas?
Por muy feliz que seas, el corazón siempre te acompaña con un deje de vértigo en cada latido, preparado, pero tu alma nunca espera la caída. Es entonces cuando la razón disipa todas mis dudas, porque lo creáis o no, la razón y el corazón son grandes amigos y juntos los resultados realmente sorprenden.
Si arriesgo, puedo perder mucho, demasiado, tanto que me pregunto si el ser humano está preparado para ser rasgado en el más profundo seno del alma. El truco para sobrevivir noche tras noche está en no pensar en la caída si no en el éxito, y es que cualquier triunfo merece la pena, sean cuales sean los fracasos. Somos masoquistas, y es que aunque nos de miedo, en nuestro fuero interno sabemos que el riesgo merece la pena si eres feliz, sean cuales sean las pérdidas.
Muchos asociarán estas líneas con el amor, pero sinceramente creo que el miedo acompaña a todo en la vida. Tiene muchas caras pero siempre es el mismo. El miedo al fracaso, al rechazo, a la pérdida.

jueves, 12 de julio de 2012

Stronger.


Volver oficialmente a lo que fue mi verano hace golpearme de lleno con fugaces trocitos de recuerdos que hacen eco en mi sonrisa cada vez que me concedo parar para volver atrás. Personalmente, considero añorar como la perfecta tortura, pero ayer lo consideré todo un placer. Quizá sea porque suelo añorar cosas que he visto marchar para no volver. Como cuando zarpas y ves el puerto a tus pies, ligeramente iluminado, pero igualmente sabiendo que la cuidad está más allá y que en ella la euforia y la libertad tocaron lo más alto. Podrás volver millones de veces pero tu corazón sigue aún anclado allí y sabe que no será igual. O como cuando te despides de quienes han sido tus perfectos hermanos y, aunque la esperanza brille la razón sabe que no los volverás a ver. Cuando, impotente, ves alejarse la imagen de tus mejores vacaciones tras un cristal, y todo lo bueno pasa fugaz ante un fuero interno que no es capaz de aceptar que ya estás lejos de lo que fue. Experiencias que te enseñan a no subsistir con horas delante de una fotografía y a no leer una carta más de una vez, sino a exprimir su esencia en la primera lectura para luego guardar en un cajón por siempre. Técnicas de defensa con las que la vida nos obliga a ingeniar para no sufrir.
Cuando me mudé aquí no me llevé absolutamente nada que me pudiera recordar que la gente que quería no estaba conmigo, o que me hiciera parar el mundo para acordarme del increíble último año que trajo tiempos que tocaron fin por siempre hace muchos días. Pero advertí que mi misma regla de autodefensa rompía el escudo y es que, tal y como he hecho siempre, nunca he movido los recuerdos de sitio y efectivamente allí estaba todo mi pasado mes de agosto reducido a canciones, pulseras, vistas, vestidos e incluso la brisa parecía confesarme carcajadas lejanas. Normalmente, añorar de golpe me congela el alma por segundos y es algo que tengo totalmente prohibido, pero por primera vez no me rasgó en lo más hondo verme pasear con ella, siempre con ella, sándwich de nata en mano y el peligroso brillo que avisa que no hay límite, en nuestras pupilas; noche tras noche, sentadas espalda contra espalda veíamos la luna crecer y menguar sin cansarnos y solo el mar es testigo de ello. Al igual que las estrellas nos espiaban descaradas a cada locura en la que entrabamos donde no debíamos y donde en ya en la azotea las sonrisas eran lo único visible entre confesiones, guiños, cohetes, polvo, amor y noche.
No me gusta admitir que puede que añorar quizá sea saludable a la más mínima necesidad, ya que cuando añoro los recuerdos me oprimen el pecho y eso me impide limpiar el corazón a través de las lágrimas, haciendo que la presión se quede ahí aumentando la angustia y la sensación de vacío, ensuciando el alma desde dentro.

domingo, 17 de junio de 2012

Si crees que no vales nada, realmente eres mucho más importante de lo que piensas.

Puedo gritar al cielo que admiro a alguien en absolutamente todos los aspectos. Amor, amistad, lealtad, fidelidad, sinceridad, responsabilidad. Se que puedo acudir a él incluso cuando el mundo me haya dado la espalda, cuando nadie escuche mi voz el será el primero en medir cada suspiro. Las lágrimas no habrán caído cuando él ya escuche el silbido de mi respiración que se lo avecine, me abrazará y refugiará en su pecho cuando quiera ser fuerte pero los latidos de mi corazón me delaten. Me buscaría en la más completa oscuridad porque yo soy su luz. Le basta con mi presencia. Vendrá incluso cuando no lo haya llamado, caminará lo que haga falta solo para verme sonreír. Se enfadará conmigo y cuando más culpable me sienta aparecerá de entre las estrellas con una rosa en la mano, la esperanza en la sonrisa y el amor en los ojos. A veces necesitamos salir corriendo solo para ver quién estaría dispuesto a seguirnos. Sabe dar consejos, y no solo a mi, a todo ser humano que lo necesite. Como amigo es el mejor que he conocido, y no solo conmigo, sino con toda alma perdida que lo ansíe. Deportista desde siempre, el mejor en todo lo que hace y aun así, suelo ganar las improvisadas carreras en las que corre para atraparme y no dejarme ir nunca. Siempre persigue la noche para buscarme las estrellas y yo se las regalo, pero ni juntas brillarían más que su sonrisa. Y es que lo conozco tanto... lo he visto en todos los aspectos y he conocido todas sus caras.
No puedo caer, tengo dos brazos que me protegen y una media sonrisa tras cada beso que me ancla a todo su ser. He conocido la perfección. ¿El ser humano está preparado para sufrir tal pérdida, para arrebatarle tal cosa? Necesito su olor, su travesura, su locura, su cordura, su risa, su expresión que delata que está triste pero que no escapa de mi audacia, sus sagradas caricias cuan Dios entregado a mí, su necesidad de sentirme cerca, su mirada que me alza a lo más alto de mis ganas, sus abrazos que me protegen y sus besos que me dan la vida.

viernes, 15 de junio de 2012

Save me, love.


Lo insignificante es importante, y lo pequeño se hace grande. […]

Le pedí que cambiara pequeños detalles, ciertas cosas innecesarias. Después de largas miradas al vacío, el abatimiento pudo con él, y puede que conmigo también. Se echó sobre mí y me abrazó. Pero antes de eso yo ya lo había mirado a los ojos, y entonces, mientras lo tenía entre mis brazos, comprendí. Cómo puedo pedirle tal cosa, él es así. Y sonreí. 



sábado, 9 de junio de 2012

I awoke only to find my lungs empty.

Me exijo demasiado. Quizá por eso no me satisfago y me decepciono a cada intento.
La ventana está abierta y la brisa de un prometedor verano me incita a crear. Ron Pope llega suave a mis oídos desde lejos; "I know you too well to say you're perfect..." Folios en blanco y bolígrafo en mano. Cierro los ojos y el mundo parece haberse silenciado y la existencia evaporarse con él. Escapo del placentero vacío para mirar por la ventana e imaginar que estoy fuera. Tarareo divertida esta vez una canción igual de triste a la anterior, y las palabras fluyen dulces mientras pongo banda sonora a la vida; "I need you back, I need your smile..." Me permito hacer un recorrido por quién sabe dónde y buscar algo de chispa, luz, salida. Estoy perdida en un túnel infinito y por más que abro los ojos sigo ciega. Me doy de bruces contra ideas perdidas y gritos de auxilio. Me asfixio. Alzo la mano al vacío y solo me aferro a aire. Es insoportable este estado de neutralidad, en el que no puedo avanzar porque hay abismo, y donde no puedo retroceder porque son kilómetros de mente en blanco, sin inspiración, lleno de los más bonitos recuerdos y las más hermosas canciones. A rebosar de felicidad pero tan a falta de ideas. Me preocupo. ¿Por qué no fluyen las palabras, tiernas y dulces, sobre un trozo de papel? ¿Por qué no baila el bolígrafo sobre tildes, comas, puntos y creaciones? ¿Por qué ese pánico a la insatisfacción, a un folio en blanco? 
¿Qué es esta suspensión de muerte tras cada abandono por fracaso?
Quizá he cambiado demasiado, me he dejado llevar; el amor y su adicción me han hecho volar lejos. Y mi fuero interno, repleto de ganas de hacer de mi vida una historia de libro, de arriesgadas expectativas de quien se cree capaz de regalar las estrellas, se haya perdido junto con mi inocencia. Quiero a la Lucía que soñaba porque no tenía nada que perder, la que hacía danzar la tinta sobre papel, piel, pared, recuerdos, pensamientos o vida. Quiero hacer de mis pupilas un almacén donde los momentos se graben a fuego, y de mi sonrisa un diario donde la vida pueda verse reflejada. Quiero y soy incapaz.
Por suerte, se cual es mi medicina de dosis infinita.

lunes, 7 de mayo de 2012

La vida es cuesta arriba, pero la vista es hermosa.

El fracaso es necesario. La victoria nos sabría amarga sin ellos y no conseguiría satisfacernos del todo. El camino hacia el éxito está lleno de derrotas e incluso los más grandes empezaron desde abajo. La primera piedra es sólo una de las millones que nos dejarán rasguños, los mismos con los que alzaremos nuestro orgullo cuando estemos en lo más alto. Uno de nuestros más absurdos errores como humanos es el de hacer saber al mundo que hemos triunfado, cuando lo esencial es creerse los pequeños logros y tomarlos como grandes triunfos, porque al final sólo uno mismo es el que sabe lo que ha hecho, el único que no juzgará el último paso sino todo el recorrido. Los demás te tomarán de idiota a la primera caída y se harán los ciegos ante todo el esfuerzo. El mismo esfuerzo que me hará fracasar una y otra vez. Es el perder lo que me hace más fuerte porque rendirse es el camino fácil, y miro con una sonrisa al frente tras cada tropiezo. No quiero una victoria fácil, quiero brindar bien alto en cada error y hacerle saber al cielo que tengo todo el coraje que implica no mirar a lo que me queda por recorrer sino a lo que ya está recorrido. No me abandono, eso sería traicionarme. Tampoco cierro los ojos, no hago oídos sordos ni modifico realidades. Al contrario, cuando el camino se presenta complicado y duele, es cuando más cedo ligera ante el mundo. Y cuando más me escuece es cuando más dulce se me antoja la victoria.

sábado, 31 de marzo de 2012

Capito.

Siempre me ha gustado describir momentos y situaciones con todo lujo de detalles, desde el suave silbido del viento hasta los tiernos rayos de sol. Pero hay excepciones, y es que a veces es imposible recoger todos los detalles en su más completo esplendor, porque la situación en sí ya es un gran detalle que es difícil pulir más a fondo. No hace ni un día que acabó el viaje de mi vida y no pienso dejarlo escrito ni en el más recóndito folio en blanco, no pienso plasmar algo tan grande en un trozo de papel, no quiero que sean emociones concretas, ni que sea siempre la misma versión de los hechos. Porque es todo lo contrario. Es tanto, tanto... no son emociones concretas, es una oleada de sentimientos contradictorios que te impiden llorar aunque las lágrimas estén ya al borde del vacío, haciendo que la nostalgia te rompa en millones de pedacitos que te hacen añorar. Y no es algo que haya que pensar, el relato se improvisa y fluye dulce desde el seno del alma. No quiero coger un lápiz y desbordar palabras, no quiero escribir qué se siente al dormir apoyada en el hombro de tu mejor amigo, ni quiero que se intente sentir lo mismo que sentí yo cuando la primera madrugada los vi a todos dormidos sin saber lo que nos esperaba. No quiero que cualquiera pueda leer y creer entender algo tan grande. Lo que quiero es que mi historia, nuestra historia, salga ligera de mis labios y nunca igual a la versión anterior; sino repentina y viviéndola una y mil veces a base de recuerdos. Intentando dar con la voz lo que no son capaces de hacer letras cristalizadas en papel. Quiero que a las palabras las acompañen risas, lágrimas, dejes de voz, temblores y un sinfín de emociones. Tengo algo que contar, y cuando alguien me pregunte por ello empezaré desde el más destacado principio, e intentando que se pueda entender una mínima parte de un torbellino de sensaciones que me hará volar eternamente. La rutinaria realidad se me presenta difusa y difícil de afrontar. Resulta realmente un reto recordar que hay otra vida, en otro país, que te espera y que ansía tu regreso. Llevo unas diez horas asentada ya en donde se supone que pertenezco, pero mi fuero interno sigue aún por las calles de Roma, admirando una y otra vez tan perfectas carcajadas y exprimiendo barricadas de libertad, pureza y felicidad.
Lo resumo absolutamente todo cuando digo que una parte de mí se queda en Italia para siempre, y que una parte de Italia permanece en nosotros envolviendo nuestros corazones.

sábado, 17 de marzo de 2012

La última página es siempre un suspiro.

Qué fácil puede resultar evaporar el mundo y con ello callar la existencia. Tener el poder sobre lo que es tuyo y silenciar el subconsciente, el silbar de tu respiración e incluso el murmullo de los pájaros. Cerrar la puerta a la realidad para despertar en un mundo que creamos a cada palabra y que vivimos a cada lágrima. Sumergirse más en lo ficticio a cada página, a cada pequeña caricia a una inocente hoja rasposa, a cada inspiración a papel viejo. Tener un escape a otra vida cuando la nuestra resulta demasiado pesada. Viajar, soñar, sentir, reír, llorar, desconectar, imaginar. Imaginar... Aún siento la angustia de estar atrapada en Privet Drive, aún estoy con Jace en el invernadero y revivo el Pandemonio a cada segundo. Aún vuelo sobre las alas de Daniel. Viajo a Limbhad y Lunnaris sigue perdida en su bosque. Aún me reencuentro con Shail a cada necesidad. Me enamoro de Jack y Christian una y otra vez. Aún estoy ahí cuando Tally no acepta las imperfecciones de David, aún vivo en Forks y anclada a su magia. Aún escapo de Medianoche para fugarme con mi amor verdadero para finalmente morir. Una y otra vez. Hago vida en calles, antros, y hoteles abandonados de Brookling, aferrada a las historias que lo envuelven. Aún cometo lo errores de Babi y comparto su locura, aún hoy deseo arropar a Simon. Seguiré asegurando que Kai estuvo siempre conmigo, y tomaré como referencia que a veces la vida tiene el peso de un cuenco de arroz. Hago, soy y revivo mil millones de vidas. Y cada una es ya parte de la mía, para cuando las necesite poder acurrucarme en ellas, zambulliéndome en su seno, y calarme con cada brizna de mundo nuevo.

sábado, 10 de marzo de 2012

Deseo encontrarme entre notas.

Las teclas cedían pesadas bajo mis dedos, y cada nota era una punzada en el pasado, meteoritos convertidos en errores que chocaban sin remedio contra mis decisiones. Imponente piano de cola que me hacía insignificante y que me arrojaba el pasado como si de balas se tratase. Un corazón decepcionado me decía que no merecía estar allí, y cada latido me hacía más consciente de ello. Pero qué bonita podía llegar a ser una melodía tocada por las más inexpertas manos… unas manos que podrían haber bailado sin problema sobre bemoles y sostenidos. Podría haber cerrado los ojos y haberme dejado llevar por el dulce sonido, al fin y al cabo es con lo que he crecido, pero me resultaba imposible después de tantos años y con la añoranza empañando mi fuero interno, pero a la vez reluciendo mis insensateces. Ni si quiera me di la oportunidad de fracasar. Y simplemente por eso el triunfo se divisa difuso. Sin embargo… nunca es tarde para ser quien queremos ser.

sábado, 3 de marzo de 2012

Sobria ebriedad.

El azul del cielo se dejaba ver entre las ramas del árbol que nos envolvía. La música acompañaba cada pensamiento y mirada fugaz, y nuestras respiraciones se compenetraban a una habitual perfección. Me sumergía entre abrumadores rincones de mi fuero interno mientras escuchaba los acompasados latidos de su corazón. Hacía tiempo que semejante magia no nos emborrachaba de tanto amor, así que disfrute de su presencia como si de un beso apasionado en mitad del infinito se tratase. Acudí a sus ojos para reflejarme en ellos y efectivamente ahí estaba yo, dichoso ser que ya no pertenecía a él mismo, de puntillas frente al vacío y amenazado por la inseguridad de haber perdido la gravedad que lo mantenía en su cordura con días como aquel. Pero incluso la locura puede resultar dulce. Mi vistazo a la existencia se extinguió con un susurrado “te quiero” que me caló el alma y me mantuvo en la cima de la ebriedad.

jueves, 23 de febrero de 2012

Atesora recuerdos.

A veces, los flash-backs te golpean de lleno y te calan el alma sin remedio, a veces caemos ante resistentes trocitos de un añorable pasado y un cuestionable presente. A veces es inevitable recordar.
Los siento tan lejos pero a la vez tan míos que los echo de menos. Echo de menos momentos, añoro recuerdos. Incesantes periodos de tiempo que han sido tanto y que ahora tan solo se mecen en el más insospechable rincón de nuestro fuero interno, sabiendo cuál es el momento oportuno para darse a recordar. Añoro cada segundo que se quedó congelado en nuestras pupilas, cada decisión que saboreamos desechar. Añoro a las personas que constituían cada pequeña parte de mí, me añoro a mí misma.
Primavera, estoy segura. La lluvia nos sorprendió en una tarde que parecía única, exactamente igual a todas las que nos habían visto crecer, en todos los sentidos en que puede crecerse una persona. Corrimos para evitar que las gotas alcanzaran nuestras facciones, amoldadas a un incansable júbilo, pero ya era inútil; el agua se había adueñado completamente de nuestros zapatos, y la felicidad de quién es libre, de nuestras sonrisas. No sabría decir cómo habíamos llegado a correr despavoridas bajo una incesante lluvia y sobre un mundo que hicimos nuestro, cuando apenas unas carcajadas antes habíamos estado devorando infinita cantidad de pipas, entre anécdotas y complicidades. Pero es justo la incertidumbre del próximo instante la que hace que se aceleren nuestros corazones al compás de la vida. Ahora, casi cuatro estaciones después, lo recuerdo y estoy segura de que el porvenir nos acechaba desde lo alto, riéndose, seguro de sus expectativas. Y es que es imposible  no reírse de las ingenuidades de un presente que nos acaba cambiando, y aún más cuando me conciencio de que soy un futuro fruto de un pasado que acabo echando de menos.

sábado, 18 de febrero de 2012

Cuando deja de importar lo que dice la gente es cuando comienzas a ser tú mismo.

Qué bonita puede resultar la existencia cuando tus ataduras son a tu propio fuero interno, cuando eres el títere de tus propias ideas. Hace tiempo que quedé libre de cualquier estereotipo, de cualquier imagen que pudiera tener el mundo de mí. Soy totalmente moldeable y modificable, puedo presentarme extraña al cosmos a cada segundo, puedo caminar totalmente ajena a las miradas, puedo saborear dulce mi entera imperfección porque incluso ella es perfecta a su manera. Me siento capaz de tomar decisiones sin que el veredicto final de la humanidad interfiera para nada. Hace tiempo que relamí la libertad sobre mí misma, la saboreé, la mastiqué y la hice trocitos, para finalmente tragarla y hacerla mía. Hace tiempo que me río sin maldad de las miradas superficiales de almas comidas por envenenados complejos, de aquellas que desechan el exquisito chocolate por el feo color del envoltorio que lo conserva. Hace tiempo que supe que un tal día como hoy despertaría esa chispa que iluminaría un espíritu en proceso de cambio.

sábado, 11 de febrero de 2012

Si te obsesionas con una idea, acabarás atrapado en ella.

Eternos momentos de reflexión... En los que llega la noche, me meto risueña en la cama y me pierdo entre las sábanas, que me esperan frías pero agradables. Donde lo difícil parece sencillo y lo más ridículo puede llegar a alcanzar una importancia notable. Donde lo que es y lo que creemos que es sobrepasan ligeramente los límites y se confunden. Allí, calentitos y sumergidos en una oscuridad total, es donde tomamos decisiones, donde reflexionamos e imaginamos situaciones. Qué valientes podemos llegar a ser, cuan poca cantidad de dificultades nos podemos llegar a encontrar. La almohada escucha expectante mi inocencia plasmada en pensamientos. Nos dormimos con la conciencia tranquila y sin percatarnos si quiera. A la mañana siguiente nos volvemos bruscamente pequeños ante un mundo brutalmente inmenso, y todas nuestras expectativas se vuelven tan difusas que cuesta creer que hayan estado ahí.

sábado, 28 de enero de 2012

Oh, creo en el ayer.

Ha sido un día frío; en los que las nubes se apoderan completamente del cielo privándonos de tiernos rayos de sol. Enterrada bajo una bufanda y varios jerseys, contemplo una verdadera tarde de invierno mientras con mis manos caliento inútilmente los bolsillos de mi gabardina. Echo de menos el calor cuando hace apenas unos meses deseaba días como este, en los que poder calentarnos con un abrazo y acurrucarnos sobre cualquier pequeño hogar improvisado. Me dejo abandonar por el suave viento invernal y permito a mi fuero interno volar entre recuerdos, y lo hago sin poder reprimir una gran sonrisa. Es satisfactorio, y sin duda la mejor medicina para entrar en calor. 

viernes, 27 de enero de 2012

El amor inmaduro dice te quiero porque te necesito, el maduro dice te necesito porque te quiero.

Sabes que realmente le has llegado profundo a alguien cuando intenta lo imposible, se une a tus estupideces y camina ciego junto a ti sin guardar fuerzas para la vuelta. Cuando recorre lo que haga falta para conseguirte una caña de chocolate, o incluso promete sorprenderte con una alguna mañana. Cuando ha caminado a tu lado mil pasos y camina otros mil más como si fuera un simple paseo sólo para que no tengas que ir sola a casa. Cuando madruga con la única intención de disfrutar de tu compañía cinco minutos más. Sabes que verdaderamente en su corazón hay un rincón para ti en el momento en el que te repite que eres a la persona que más quiere en este mundo y que en Navidad ha pedido el deseo de estar siempre contigo. Cuando te regala una rosa en mitad de cualquier situación y sin pensárselo dos veces. Cuando abandona una sala mientras se encarga de que vuestra canción comience a sonar dulce tras su marcha. Cuando te dice que quiere que seas la primera persona a la que vea después de las doce de la noche del 31 de Diciembre. Cuando sale resfriado de casa un día de lluvia para disfrutar de tu presencia aunque sea media hora. No te cuesta asumir que es un fiel soldado que no cederá en la guerra del "yo más". Sabes que te has ganado el hueco más recóndito de su alma cuando recorre medio El Ejido de madrugada para verte, cuando no soporta verte llorar, y cuando se encarga de acordarse de ti lo suficiente como para que sepas que aún en la distancia está ahí para consolarte, haciéndote sonreír únicamente porque es lo menos que se merece. Cuando una noche cualquiera que parece sonreiros desde lo alto, te susurra palabras improvisadas que parecen haber brotado del mismísimo paraíso, y acaba diciéndote que te ama. Cuando ríes en unas carcajadas que acaban perdiéndose en el firmamento, pero que permanecen en vuestros corazones. Cuando no podrías regalarle las estrellas porque incluso juntas brillarían menos que él, ni el cielo porque él es tu cielo, ni tu corazón porque hace tiempo que ya se adueñó de él. Cuando vuestra grandeza no se mide por lo que tenéis sino por lo que podéis dar. Cuando te das cuenta de todas esas cosas, de las grandes y de las pequeñas, de las más tontas y de las que no lo son tanto, de los pequeños detalles imposibles de pasar por alto y de los que te inundan por completo, de las muchas peculiaridades que te quedan por exprimir con él al máximo. Cuando no te planteas que si él se va se lo lleva todo consigo, porque ya hay un antes y un después, y no hay un futuro si no es con su sonrisa; y aunque lo desgarre todo con su ausencia siempre te quedará el deleitoso sabor de boca de saber que has querido de verdad, y que te han querido llegando a amar todo lo que odiabas de ti misma.

domingo, 22 de enero de 2012

Un día más de aquel Agosto de 2011.

"La quiero", dijo orgulloso. "No puedo evitarlo".
Ese "la quiero", tan alto y claro, me llegó y me hizo daño. Teñido de dolor, sufrimiento, desesperación y añoranza. Pero sobre todo de amor. De un amor que fue grande. Es cruel ver el corazón roto de los demás. Lo arrancan, juegan con él, llevándolo a lo más alto para luego dejarlo caer, y pisotearlo para que luego el dueño pueda venir a recoger los pedazos. Fue ahí cuando me di cuenta de que yo nunca he querido a nadie. Me percaté del echo de que no sé qué es querer. Querer de verdad, con locura. Y me da miedo llegar hasta tal punto, porque el amor nos hace fuertes, pero a la vez es nuestra mayor debilidad. Nos hace vulnerables.

sábado, 21 de enero de 2012

La felicidad se mide en la cantidad de estupideces que haces y te salen bien.

La música fue despertando poco a poco nuestra euforia con su repentina y estruendosa presencia. Parecía imposible que de un par de altavoces pudiera salir semejante ruido y tan alto, tanto que nuestros tímpanos quedarían reducidos a escombros de un momento a otro. Nos inundó como si de un océano se tratase y ahogó toda nuestra cordura en sus profundidades. Quién sabe qué instinto se fue desatando cada vez más rápido, haciéndonos mover la cabeza al compás de todo el cuerpo, coger una escoba a modo de micrófono y dejar volar nuestra imaginación más allá de la locura. Las luces de colores nos iluminaban el rostro de vez en cuando, en aquella acogedora oscuridad, dejando entrever brillantes sonrisas, que seguramente dejaron paso a una carcajada que se ahogó entre canciones. Fue solo un momento más de los muchos que nos unen, y sólo por ellos merece la pena luchar porque sean infinitos, y por que la música, las sonrisas, las insensateces y la complicidad extingan suaves el mundo.

viernes, 20 de enero de 2012

Si dejas que tus complejos te hagan esconderte del mundo, éste no podrá ver lo increíble que eres.

El pelo lo tenía precioso en aquella imagen. Le miré los ojos; grandes pozos acaramelados inundados por la confianza que desprenden, y la expresión de la cara; alegre y conforme. Tenía unos labios rojos finísimos, que dejaban entrever una radiante sonrisa a pesar de estar compuesta por unos imperfectos dientes blanquísimos, pero que la hacían aún más única. Y los dos pares de hoyuelos que refulgían al sonreír hacían resplandecer la niña que es. Seguí mi recorrido y le examiné todo lo demás. Morena como la que más, su menudo cuerpo encajaba a la perfección con sus pequeñas cualidades. En ese precioso instante, llameó en mis ojos un esperado y cálido brillo de reconocimiento. Eres tú, joder. Quiérete.

domingo, 15 de enero de 2012

Empiezo a pensar que Dios escondió los mejores lugares para que nadie los encontrara.

El viento mecía las ramas de algunos árboles al son de los latidos de nuestros fascinados corazones. Hacía tiempo que no visitaba aquel lugar. Habían crecido flores blancas alrededor del agua y habían cortado el viejo sauce que caía sobre ella. Alrededor del estanque crecía una hierba verdísima, en donde se veían flores y tréboles por doquier. Todo aquel radiante ecosistema estaba rodeado a su vez por pinos que parecían rozar el infinito y palmeras cuyas hojas casi tocaban el agua del estanque. El estanque, había empezado a tomar un color verde intenso debido a la rápida crecida de una planta acuática, y en el agua solo se distinguían los nenúfares donde tantas veces había visto saltar a las ranas, dando al lugar una chispa que lo hacía hermoso. Lo había visitado ya tantas veces años atrás, contemplando las profundidades, buscando sapos entre las hierbas más altas y recogiendo las piñas que caían de los árboles, que aquella tarde de enero todo me parecía de nuevo tan familiar como absorbente, embriagador y deslumbrante. Caminaba disfrutando del agradable murmullo que producían las ramas al ser pisadas, y contemplando la belleza del lugar. Aquel día cada detalle era en sí imprescindible y necesario, brillando con luz propia y siendo el centro de nuestras miradas. Por un momento todo lo que tenía sentido quedó reducido a aquel foco de vida, rebosante de aire puro y aislado entre pinos.

viernes, 6 de enero de 2012

Hay gente que permanecerá en tu corazón, pero no en tu vida.

Revivo una y otra vez en lo más profundo de mi razón los últimos días de un inolvidable octubre, que pudieron ser mucho más de lo que fueron. Podría haberme empapado de él hasta saciarme, aunque los grandes detalles no me supieron a poco. Cada pequeño gesto hizo que casi tres meses después lo hicieran tan imprescindible en mi aburrida realidad, consiguiendo que aun en la distancia lo sienta tan cerca. He perdido la cuenta de las infinitas veces que lo he imaginado a mi lado, siempre presente, siempre con nosotros, siempre impecablemente evidente; dándole a la existencia esa sutil chispa que necesita para ser totalmente perfecta. Por eso, llevo la cuenta de los días que faltan para volver a respirarlo; el día en el que Alejandro Berni ilumine El Ejido y brille con luz propia; cálido y más real que nunca. Aunque consiga destrozarme tras su marcha, volvería a vivirlo una y mil veces sin dudarlo. Al igual que sé con certeza que cuando se vaya, inevitablemente una parte de mí se irá con él.



miércoles, 4 de enero de 2012

La música se mide en capilares; los pelos que consiga levantarte, es lo que vale.

En la oscuridad de mi habitación la voz de Dallas Green suena tierna en mis oídos. Poco a poco me dejo llevar y desconecto hacia una libertad que me da alas. "Someone come and save my life..." Fieles acordes siempre tan placenteros. Lentamente la existencia desaparece y me abandono felizmente entre ensoñaciones, haciendo que la realidad me sepa a poco. Me pierdo tan plácidamente y a la vez me encuentro tanto, que me sobresalto dejando escapar un agradable suspiro de satisfacción. Saciada y complacida entre las sábanas, me dejo llevar por la música hasta que me desvanezco con ella, y en la oscuridad se atisba el leve resplandor de una inocente sonrisa.

domingo, 1 de enero de 2012

Si no haces ninguna estupidez cuando eres joven, no tendrás nada que contar cuando seas mayor.

Me eché a sus brazos y me refugié en el abrazo que marcaría la noche. -Te quiero -me susurró al oído. Mi mejor amiga intentó consolarme pero no pude más que sollozar en su hombro. Era la nochevieja que tanto habíamos estado esperando, y consideraba un pecado llorar pudiendo bailar como si fuera la última noche de nuestras vidas, así que ahogamos las penas que la harían justamente épica en el alcohol, y con un chupito brindamos por esa noche. La bebida bajó dulce por mi garganta y me quemó dejándome un leve escozor, pero eso no hizo más que hincitarme a beber más. Entré en el pequeño cuarto de baño, me miré al espejo y me sequé las lágrimas. Todo lo que pasara después, quedaría oculto tras bailes, conversaciones a gritos, carcajadas, más alcohol y una noche que nos espiaría desde lo alto. Cada pequeña satisfacción y cada risa al cielo quedarían grabadas a fuego en las estrellas.