viernes, 20 de enero de 2012

Si dejas que tus complejos te hagan esconderte del mundo, éste no podrá ver lo increíble que eres.

El pelo lo tenía precioso en aquella imagen. Le miré los ojos; grandes pozos acaramelados inundados por la confianza que desprenden, y la expresión de la cara; alegre y conforme. Tenía unos labios rojos finísimos, que dejaban entrever una radiante sonrisa a pesar de estar compuesta por unos imperfectos dientes blanquísimos, pero que la hacían aún más única. Y los dos pares de hoyuelos que refulgían al sonreír hacían resplandecer la niña que es. Seguí mi recorrido y le examiné todo lo demás. Morena como la que más, su menudo cuerpo encajaba a la perfección con sus pequeñas cualidades. En ese precioso instante, llameó en mis ojos un esperado y cálido brillo de reconocimiento. Eres tú, joder. Quiérete.

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