jueves, 29 de diciembre de 2011

Una sonrisa es una forma económica de mejorar tu aspecto.

Esta peculiar mañana de Navidad me he permitido el lujo de despertarme tarde. He abierto los ojos cuando la luz del Sol ya era totalmente dueña de mi habitación. He sido consciente de lo agusto que estaba entre las sábanas, pero ya era hora de empezar el día. Y he tenido el impulso de ir hacia el espejo por quién sabe qué razón. No ha sido una buena idea; el amor propio ha quedado perdido en el abismo. Quizá fuera la iluminación, o quizá mi estado de ánimo, o quizá mis ganas de crecerme, pero esta mañana no he sido capaz de aceptarme ante mi cruel compañero, y he sentido el peso de mi abatimiento al reconocer que me ha ganado de nuevo. Pero qué mejor manera de empezar el nuevo año que sonriéndole a mis defectos, asegurándome así un mejor comienzo para dejar fluir mi ya olvidado fuero interno.

domingo, 25 de diciembre de 2011

All together now.


Los he visto por una noche tan reales, que el despertar ha sido la perfecta tortura. Los he visto y tenido otra vez conmigo, viviéndolos al máximo, con diferentes historias pero otra vez nuestras. Es difícil despedirse de alguien para siempre, y los echo terriblemente de menos. Son personas de las que hablaré siempre que se presente la oportunidad, cada una tan diferente pero a la vez compartiendo tanto. Son mundos que yo ya he tenido el placer de explorar y recorrer; recordándolos toda la vida aun habiendo tenido solo quince días para conocerlos, que son tan pocos pero tan intensos, compartiendo trocitos de nosotros, influyendo en sus recuerdos, empapándonos los unos de los otros. Cometiendo errores, actuando sin pensar y caminando hacía el vacío sabiendo que son quince días en los que la vida te permite sumergirte en el paraíso, en el cual caer para aprender es obligatorio. Dos semanas en las que te has compartido sin remedio noche y día, exprimiendo cada partícula de tu ser para dejar tu huella en ellos y en todos los lugares que te han visto vivir sin miedo.

sábado, 24 de diciembre de 2011

A, B, C... easy as one, two, three.

Tenues pecas estampadas en una piel hermosamente pálida. Sus menudos ojos acaramelados hacían conjunto con su pelo rizado, que a su vez resaltaba el casual gorro que había osado ponerse esa tarde. A veces me parece ser la única que reconoce al ángel que tiene delante, aquel que ríe dejando entrever una cálida sonrisa inocente, y que para mí suele ser un torrente desbordado de humanidad que me hace más persona en un mundo tan complejo. Con ella, mi gota de agua, mi alma gemela, no existe la línea que divide lo absurdo de lo coherente, cualquier estupidez es bienvenida a un mundo que a veces olvido que no es nuestro. Es difícil acordarse cuando cantas bajo una Luna que parece invitarnos a adueñarnos de las estrellas, y sobre un mundo que nos incita a reinar sobre las calles de El Ejido. Somos exteriormente tan opuestas... y sin embargo tan idénticas por dentro, que es el complemento perfecto que me hace encajar en el mundo y conectar con la existencia todos los días en los que me acompaña su presencia. Aún hoy quedan en mi fuero interno restos de su magia, y por eso sé que hace tiempo que pasó a ser una droga inprescindible que no quisiera parar de consumir.

jueves, 22 de diciembre de 2011

Grandes peculiaridades.



En ciertos momentos y exclusivos puntos, sus casi diecisiete años se hacen notar por encima de mis recientes quince, y quedan aplastados recalcando aún más el hecho de que la niña pequeña suelo ser yo. Profundizando más en la brecha que sin embargo hace crecerme como persona.

sábado, 17 de diciembre de 2011

La juventud no es un tiempo de la vida, es un estado del espíritu.

"Si fuera más guapa, y un poco más lista..." Los árboles van dejando paso a la tenue luz del mediodía mientras mis labios tararean dulces la canción de Jueves. Qué bien sienta un pequeño paseo entre las calles desiertas cuando sabes que tu destino está lejos y los rayos de sol tan cerca que penetran en la piel dejando tras ellos una leve sensación de bienestar. Los escasos resquicios por los que el sol consigue pasar se agradecen en esta común tarde de Diciembre. Llego a un pequeño parque que suele estar deshabitado exceptuándo ciertos días a cierta hora y en exclusivos momentos, en el que me encuentro ahora. Inevitablemente una señora mayor pasa peligrosamente por mi lado, marcando en el escaso espacio que nos separa un abismo infinito, definiendo a un más los polos opuestos que somos. Después de ese breve pero intenso instante, no puedo evitar pensar en lo mucho que esa señora ha podido ver su pasado reflejado en mi, y cómo yo me he visto en ella dentro de quién sabe cuánto tiempo; sentada en un banco a esa hora de esa tarde un día frío de Diciembre, viendo a jóvenes cómo la que un día fui vivir inocentes su vida.

viernes, 16 de diciembre de 2011

Recogeré tus lágrimas y te bañaré en besos.

El murmullo se silencia y baja el volumen del mundo. La conexión con la existencia se apaga como si de un interruptor se tratase. Un inconfundible rastro húmedo me demuestra que las lágrimas han estado ahí, y cada una derramada es un pinchanzo sutil en el alma y se me encoge el corazón. En ese momento siento la urgente necesidad de abrazarlo y refugiarlo entre mis brazos, como si fuera aún un niño al que hubiera que proteger del mundo. 

Hay cosas que se consumen, pero siempre te tendrás a ti.

Justo cuando soy consciente de que necesito que me infundan ánimos, miro al cielo en su busca; pero no está, y en su lugar hay bonitas estrellas que brillan ilusas. Nunca serán suficiente. Al asumir que mi fiel compañera ha abandonado su lugar en el cielo para no iluminarme esta noche, me conformo con ellas, aunque jamás llegarán a cautivarme tanto como mi querida veladora nocturna. Quizá ella sepa mejor que nadie lo mucho que necesito encontrarme con solo cerrar los ojos, y no alzando la cabeza para refugiarme en su luz. Traicionada y castigada con su ausencia, suspiro y me abandono, deseando que al alzar la vista me encuentre presa en la única cosa capaz de aturdirme casi tanto como la luna: sus profundos ojos marrones, donde poder sumergirme para alcanzar un poco de paz.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

El inventor de los espejos envenenó el corazón humano.

Me suelo comparar. Es curioso lo mucho que nuestro fuero interno pide a gritos aceptarnos y sin embargo dudo que escuchemos apenas un leve susurro. Me miro y no me veo. Me pregunto si seré la única o si es inconscientemente así para todos, si habrá alguien que no esté preso en apariencias; que no dependa de imágenes que suelen reducirse a una estúpida búsqueda de nosotros mismos. Deberíamos ser todos ciegos, así no habría gente encerrada en sus propios defectos, y tampoco gente libre a causa de su vanidad. Todos tenemos una cara que ni siquiera nosotros sospechamos que pueda estar ahí, acechando y buscando el momento oportuno para salir y hacernos añicos como si fuéramos débil cristal, dejando solo millones de pedacitos de autoestima en el lugar en donde debería estar bien alto nuestro amor propio, esperando a ser valorado por quien de verdad puede serlo. 
Buscamos fuera lo mejor de nosotros cuando lo tenemos dentro.


domingo, 11 de diciembre de 2011

"Si es contigo yo no dudo nada"

Los rayos de sol asoman curiosos a través de la ventana. Afortunados, apenas iluminan un insignificante rastro del amor que se desprende. Entre besos infinitos y caricias dignas de un ángel, el amor y la pasión corrían por nuestras venas y estaban grabados a fuego en nuestras retinas. Los te quiero estaban de más en una nube en la que cada mirada cómplice era un "te amo, vida" y cada respiración entrelazada era una invitación a una eternidad improvisada. Doy un paso con cada pequeña satisfacción, cogida a su mano y sin miedo de caer al abismo. Con los ojos cerrados y sin nada que me asegure que detrás de cada rayo de luz no habrá un vacío, caminando totalmente a su voluntad, hacia donde él quiera llevarme y más. Porque si es con él... el mundo está de más.

Y tú, ¿vives o pasas el tiempo?

Me paro a pensar en lo que he vivido y en lo que me queda por vivir y me sorprendo a mi misma recalcando el hecho de que el tiempo vuela hacia quién sabe dónde para no volver jamás, y me aterra saber que se consume ante mí, que se evapora y se escapa de entre mis dedos, llevándome a mí con él. Nunca es demasiado pronto ni demasiado tarde para ser quien queremos ser, pero nos rendimos al ver lo mucho que nos queda por recorrer en lugar de hechar un vistazo a todo lo que ya hemos recorrido. Si fuéramos conscientes del tiempo que nos queda, lo apreciaríamos mucho más; valoraríamos la vida. Siendo así consecuentes de nuestros propósitos y vagar entre abandonados sueños que esperaban ser realidad, e incluso con cierta urgencia, imponernos metas, objetivos y fines. El tiempo nos mata tan rápido, y parece extinguirse tan deprisa a los ojos de todos, que cuando te paras a reflexionar el mañana ya es ayer.

jueves, 8 de diciembre de 2011

Cuando crezcamos, no recordaremos días. Sólo los mejores momentos.

Nos quedamos solas. Únicamente ella, yo y la ya nuestra oficialmente habitación, la cual está formada por cuatro paredes que posiblemente sepan ya demasiado. Entre las mantas, la dejé hablar de Bayárcal, dejé que viajara en el tiempo y que me llevara con ella. Me permití pensar que si en ese momento me levantara y me fuera con lo puesto, posiblemente ni percatara en mi ausencia, pero eso solo hizo sentirme aún más satisfecha; sabía que la iba a hacer sentirse bien,  así que me limité a escucharla y a contemplar cómo le brillaban los ojos con cada palabra y cómo su voz empezaba a subir de tono, cómo sabía que tendría que pararla tarde o temprano, ya que si la dejaba vagando en sus ensoñaciones seguramente se perdería entre recuerdos. Porque tengo asegurado más que de sobra que son infinitas las cosas que Bayárcal puede haber visto. En algún momento dejé de escucharla y yo también me fui a quién sabe dónde, para conceder preguntarme cuánta gente más habría en el mundo como ella. Quizá muchas, y le agradecí a quién sabe qué el haber tenido la suerte de haberme topado con una persona que puede ser tan mágica y a la vez tan única.

martes, 6 de diciembre de 2011

¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo por primera vez?

4:27 pm. Asusta percartarse de cómo absolutamente todo se concentró en un único y memorable instante. Subí la calle, resultaba ligera pero en realidad notaba cuánto me pesaban las piernas. Eran apenas 20 pasos a pesar de que el recorrido se me hizo eterno. Llegué a donde se suponía que tenía que estar. ¿Y ahora qué hago? ¿Me siento en cualquier sitio, me apoyo contra la pared, cierro los ojos y deseo que todo termine pronto, o hago como que miro el móvil y me voy? No hice nada de las millones de estupideces que rondaron por mi cabeza, me limité a observar la calle y en pensar que hice bien en coger una chaqueta antes de salir de casa porque seguramente luego refrescaría, y así lo hizo. Levanté la vista con la intención de mirar al cielo e infundirme ánimos, pero en lugar de eso contemplé las fachadas de las casas, incluidas sus ventanas; me disponía a preguntarme cuánta gente estaría viéndome y haciendo conjeturas sobre mis estúpidas y notables indecisiones, pero algo interrumpió lo que sin duda habría sido un sinfín de torturas psicológicas, despejándome y dejando paso a mi siempre fiel fuero interno, que se encargó de las coherencias por mí. "¿Qué tal estás? Soy Miguel, aunque ya lo sabías."

Es la prohibición lo que hace que cualquier cosa sea maravillosa.

Quería confesar sin ahorrarme los delicados detalles, sin pensarlo y sabiendo que era lo que tocaba. Pero a pesar de lo poco usual que resultaba, no lo hice y me preocupaba que me fuera tan totalmente indiferente. Recurrí una vez más a mi fuero interno, para sorprenderme encontrándolo en silencio y terriblemente ausente.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Por esos momentos que se merecen música de fondo.

Aún me recorren la espalda los ya habituales escalofríos cuando me besas, al igual que aún me derrito cuando tengo tan cerca tus ojos color miel. Como si fuera la primera vez. Pasarán los días, y puedo olvidar lo que me dijiste, lo que hiciste, pero nunca olvidaré cómo me hiciste sentir. Me ahogo en un océano de bienestar cuando susurras un te quiero inesperado, desfallezco cuando me miras a los ojos y me transmites tanto con tan poco. En esos instantes de plenitud, podría enfrentarme al mundo sin pensar, ligera, rozar el cielo con la yema de los dedos y volar entre las nubes, rebosar pedacitos de satisfacción por cada poro de la piel. Retroceder y vagar entre recuerdos... "te quiero, te quiero, te quiero... eres preciosa", y luego una rosa, y más risas; dando lugar a una noche inolvidable. Otro recuerdo no muy lejano... "Porque te quiero... mucho" acompañado de una oleada de miradas sinceras y sutiles confesiones, con la Luna como espía y el amor como fiel compañero. Pequeños flash-backs en los que encanta sumergirse. Eternos instantes en los que mi fuero interno se sincera y piensa "ya está, no hay vuelta atrás, si él se va se lo lleva todo consigo"


domingo, 4 de diciembre de 2011

Somos jóvenes: caminamos sin tener un camino.

                                                                                                                                                
Los placeres de la vida se disfrutan más si los amigos son el foco de ellos. Por eso, hacer expectativas sobre un futuro no muy lejano una noche sentados en cualquier rincón de la Plaza Mayor, con City and Colour de fondo, risas liberadas y la Luna como fiel compañera, será algo digno de recordar, y que contaré con orgullo a quien algún día se interese por una estúpida historia como la mía. "Allí estaba yo, una de las muchas noches de esos legendarios viernes, con mis dos mejores amigos como fieles hombros en los que reír, escupiendo pesados pecados, inocentes quinceañeros, con el mundo bajo nuestros pies y el cielo como límite, ilusionados por las cosas que nos quedaban por hacer, perdidos en ensoñaciones y reviviendo vagos recuerdos"

sábado, 3 de diciembre de 2011

Las cosas no tardan en llegar; las esperamos demasiado pronto.

Solía tener claro lo que era y lo que quería ser. Antes. Cuando apenas era un cría, inocente, ingenua, a la que le gustaba cantar, pero que nunca presumía de ello. Leí una vez que quien es bueno en algo se avergüenza de serlo. Con 8 años todo son conjeturas que parecen convincentes, sueños que esperan ser realidad. Con 15, sigo siendo una cría, inocente e ingenua, a la que también le gusta cantar, pero que lo hace para ella misma cuando se asegura de que nadie más puede escucharla. Sólo ella y su voz. No me cuesta reconocer que siempre me he rendido por pereza, pero pronto asumí que no hace falta llegar a algo, no hace falta asegurarse un fin para continuar con lo que te gusta. Sólo para mi, para cantarme a mi misma y sentirme llena y satisfecha. En mi fuero interno, siempre he estado esperando oportunidades inexistentes que no me molestaba en buscar. Hasta ahora, que posiblemente sea una estúpida y pasajera oportunidad más, pero me aferro a ella con toda la ilusión que soy capaz de dar; no busco una meta, solo quiero crecerme poco a poco, y seguir acumulando diminutos granos de arena.



Empezamos a madurar cuando nos reímos de algo que algún día nos hizo llorar.

Es curioso verse rodeada de tantas personas y clavar la atención en una sola sin percatarse siquiera. Aislándome en mi propia burbuja y envolviéndolo también a él, mirar lo demás como si su papel fuera estar ahí, para que la charla que iba a tener a continuación pudiera cobrar un sentido. La había relatado en mi fuero interno infinidad de veces, a sabiendas de que es algo completamente inútil, porque al final todo queda reducido a una valiente cobardía.  Es increíble lo mucho que cambia una historia según los ojos que la ven. Así que tomé un aire que no necesitaba, me sumergí en el tiempo y viajé tres años atrás, sin ahorrarme ni un solo pensamiento que me pudiera haber rondado, y procurando no saltarme los grandes detalles. Las palabras salían ligeras y sinceras, contenta de poder contárselo todo, abierta a posibles preguntas. Y me di cuenta de que las malas decisiones, o incluso las que no se llegan a tomar, narran grandes historias.