viernes, 16 de diciembre de 2011

Recogeré tus lágrimas y te bañaré en besos.

El murmullo se silencia y baja el volumen del mundo. La conexión con la existencia se apaga como si de un interruptor se tratase. Un inconfundible rastro húmedo me demuestra que las lágrimas han estado ahí, y cada una derramada es un pinchanzo sutil en el alma y se me encoge el corazón. En ese momento siento la urgente necesidad de abrazarlo y refugiarlo entre mis brazos, como si fuera aún un niño al que hubiera que proteger del mundo. 

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