miércoles, 14 de diciembre de 2011

El inventor de los espejos envenenó el corazón humano.

Me suelo comparar. Es curioso lo mucho que nuestro fuero interno pide a gritos aceptarnos y sin embargo dudo que escuchemos apenas un leve susurro. Me miro y no me veo. Me pregunto si seré la única o si es inconscientemente así para todos, si habrá alguien que no esté preso en apariencias; que no dependa de imágenes que suelen reducirse a una estúpida búsqueda de nosotros mismos. Deberíamos ser todos ciegos, así no habría gente encerrada en sus propios defectos, y tampoco gente libre a causa de su vanidad. Todos tenemos una cara que ni siquiera nosotros sospechamos que pueda estar ahí, acechando y buscando el momento oportuno para salir y hacernos añicos como si fuéramos débil cristal, dejando solo millones de pedacitos de autoestima en el lugar en donde debería estar bien alto nuestro amor propio, esperando a ser valorado por quien de verdad puede serlo. 
Buscamos fuera lo mejor de nosotros cuando lo tenemos dentro.


1 comentario:

  1. El Chojin dijo:

    "Si no hubieran colores, la gente seria racista por los olores."

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