Quería confesar sin ahorrarme los delicados detalles, sin pensarlo y sabiendo que era lo que tocaba. Pero a pesar de lo poco usual que resultaba, no lo hice y me preocupaba que me fuera tan totalmente indiferente. Recurrí una vez más a mi fuero interno, para sorprenderme encontrándolo en silencio y terriblemente ausente.
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