viernes, 16 de diciembre de 2011

Hay cosas que se consumen, pero siempre te tendrás a ti.

Justo cuando soy consciente de que necesito que me infundan ánimos, miro al cielo en su busca; pero no está, y en su lugar hay bonitas estrellas que brillan ilusas. Nunca serán suficiente. Al asumir que mi fiel compañera ha abandonado su lugar en el cielo para no iluminarme esta noche, me conformo con ellas, aunque jamás llegarán a cautivarme tanto como mi querida veladora nocturna. Quizá ella sepa mejor que nadie lo mucho que necesito encontrarme con solo cerrar los ojos, y no alzando la cabeza para refugiarme en su luz. Traicionada y castigada con su ausencia, suspiro y me abandono, deseando que al alzar la vista me encuentre presa en la única cosa capaz de aturdirme casi tanto como la luna: sus profundos ojos marrones, donde poder sumergirme para alcanzar un poco de paz.

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