sábado, 18 de mayo de 2013

Mess

Los últimos rayos de luz espían mi habitación. Mi desorden y yo estamos en penumbra. En la mesita de noche descansan dos libros sin terminar, la ropa de los últimos tres días sigue entre cojines, sábanas y sobre muebles. La cama está deshecha. Los zapatos aún sin colocar, el maquillaje sin guardar. Hay incluso objetos en sitios inadecuados que llevan ahí tanto tiempo que ya los han hecho suyos y pasan desapercibidos. Muchos de ellos tienen polvo. El cuadro sigue sin colgar, la ropa de invierno está aún por empaquetar. Ni si quiera yo me he quitado el rímel. Vivo en un continuo desorden y aún me pregunto por qué no sé organizar mi vida. Empezaré haciendo la cama.

Inhóspita.

Soy eso.
Debería prestarme más atención, pulirme y sacarme brillo. Me descuido demasiado. No suelo echarme de menos. Ando ocupada, tengo cuentas pendientes con la rutina.
Soy ganas. Ganas terribles de crecer. Pero soy también tropiezos y caídas. Soy mi obstáculo diario.

sábado, 6 de abril de 2013

Abril. Epílogo.

He conocido el amor en todos sus aspectos, y con conocer no me refiero totalmente a experimentar. Me fascina observar el efecto que tiene sobre el ser humano. El amor loco, el enfermizo, el sádico, el retorcido, el que mata, el que nos hace agonizar, el que nos consume, el obseso, el triste, el imposible, el pasional, el inexperto, el veterano. El grande que tiende a desvanecerse con un suspiro y que muere en forma de destello en las pupilas de algún desdichado. Somos totalmente esclavos. Nada nos confunde más y creedme, a mí, que tengo la aún inexplicable suerte de volar sobre unas alas que me da el amor verdadero, que cien palizas dolerían menos que un rechazo. Las preferiría a la pérdida. Y, a pesar del daño, no nos arrepentimos de amar, es más, nos arriesgamos a ello sin percatarnos si quiera. Nos seduce. Somos masoquistas.
El hombre no es poderoso, es solo un títere más. El amor nos mueve a su antojo, nos somete. ¿No es fascinante, asombroso? La mayor agonía no es física, incrédulos. Es puramente psicológica. Y tan terriblemente dulce...

miércoles, 6 de febrero de 2013

Febrero

Os enseñaré cómo usar el orgullo. Nada en exceso nos hace bien, y cuando hacemos acopio de orgullo prefiero llamarlo amor propio en pequeñas dosis. Pero no os engañéis; no siempre ese es su lugar. El orgullo sirve, no para usarlo, sino para saber esconderlo. Y esconder no es desaparecer, ni reducir, ni hacer menos intenso. Esconderlo, guardarlo, darle cobijo e incluso mimarlo, saber que está ahí pero que no hacemos uso de él. Noticia; el orgullo es necesario. Lo necesitamos para ser conscientes de que cualquier causa lo ha hecho retroceder. Si le echamos una mirada, desde su rincón nos recuerda que, sea lo que sea por lo que lo mantenemos resguardado, merece la pena. Miradlo, atreveos. Desafiadlo, enseñadle los dientes, o haceos cómplices. Arriesgaos a tomarlo como sumiso, siendo vosotros los amos que saben perfectamente cuando darle libertad.
¿Sorprendente? Ingenuos. El orgullo debe estar presente, sabed usarlo.

miércoles, 30 de enero de 2013

Superfluo enero

Iluso.
No te engañes; éramos dos débiles que se hacían grandes.

Cruel, y ruin.
Me suministraste sutiles dosis de ti, que me devolvían lo que era, y ya solo queda lo que llegamos a ser. Me arrojaste tu encanto con un torrente de ideas nuevas, de expectativas, de noche, de tantas lunas, de canciones, de letras, de metas, de gritos ahogados que fueron  libres, de ganas de vivir más a tu manera, tan mía. 
Pasado.


Presente.
Te odio. Por momentos te odio. Has de saberlo. Querías hacerme fuerte, lo conseguiste y tal vez te arrepientas. Querías hacerme fuerte... ¿Dónde han quedado esos días, esas promesas, y esos triunfos? ¿Y en qué parte de ellos te has quedado tú? No estás. Aparece. ¿Aparece?
Hipócrita.
Estás siendo lo que odias. Te has abandonado y no puedo ayudarte a encontrarte. Hazlo tú solo, te vendrá bien. No sabes hacer nada. Estúpido. Torpe. Imprudente. Débil. Por querer buscar una solución, huiste, y por huir te has perdido. Te has destrozado. Y no te echo de menos. Te veo y no deseo acercarme. Porque no estás.
Eres injusto.
Devuélveme ¿devuélveme? lo que me mostraste, lo que me fascinaba. Joder, ¿qué hago con tus cosas? "Estoy aquí contigo" ¿Estás aquí conmigo? "Eres..." "Eres..." "Eres..." ¿Lo soy aún? "Yo, tú" ¿Yo, tú? Entiendo. Ya son recuerdos, ¿qué hago con ellos?
Te los regalaría porque duelen. Sufre tú.

A pesar de todo; si sonríes, sonrío... Interiormente.

Deja tu lado encantador enterrado, tal y donde lo tienes. Así es todo más fácil. Perdiéndote estás perdiéndome. Cada vez más.

Mejor así. Ya apenas escueces.

Solo lo que fuimos me golpea la conciencia a menudo, pero la hago callar. 


lunes, 7 de enero de 2013

Enero

Sé que no te he escrito nada desde que empezó el año, sé que te tengo a ti, pero esta semana ha sido tan catastrófica que no he querido escribir sobre ello. No me creía capaz de recordar un día entero todas las noches.
Contigo sano. Limpias mis heridas. Por eso cuando te echo en falta agudiza el dolor que llevo arrastrando; parece que ya vive conmigo. Ya sí puedo hablar sobre el vacío, sobre la muerte en vida. Realmente creo que lo que no nos mata nos hace más hijos de puta. Quizá esta era la paliza que necesitaba para dejar de ser un poco más débil, para enfrentarme a mí misma y al mundo sin tener que engañarme. Realmente creo que puedo ganar, ganarme. Me has dado tanto que, verdaderamente, no sé cómo puedes soportarme.
Necesitaríamos una casa como la de Benjamin y Daisy para poder escapar. 
Y como eso es tan imposible, voy a levantarme de la cama (la cual considero ya una tumba), y coger un libro. Ellos también son mi medicina. A falta de ti buenas son las historias de ficción.

lunes, 24 de diciembre de 2012

Diciembre

Solo tras llegar a mi casa y leer tu carta he sido consciente de lo mucho que te voy a echar de menos.
Aunque parezca increíble, he aceptado que tras el transcurso de los meses el exceso de amor me ha vuelto fría e insensible. Llevo un año girando tan deprisa que no he tenido tiempo de preguntarme por el mundo. Pero tú, en apenas una semana me has hecho parar e incluso, ralentizar la existencia. Me has hecho observar, me has hecho encontrarme. Me has devuelto una sensibilidad que ya creía perdida. Por eso, hoy, en Almerimar, ya de noche y con el frío calándome los huesos, he sido consciente de que un coro cantaba villancicos no muy lejos, de niños felices, de una luna casi llena, de las luces, de la gente, y de que a pesar del frío sonreía.
¿Sabes de esa sensación cuando has leído la mitad de las páginas de un libro? ¿Cuando te entregas tanto a él que es la realidad la que resulta ficticia? Tú eres eso. Esa incesante sensación de satisfacción, has hecho del día a día mi propio libro. Tanto, que puedo escribir sobre él todas las noches. Me has devuelto lo que era.
Por eso quiero recordarte que hoy, cuando te he dicho que te echaría de menos te estaba siendo sincera, y cuando te he deseado unas navidades menos amargas lo he hecho desde el corazón.
Eres como el diario que nunca me atreví a escribir.